miércoles, 13 de abril de 2011

Cruz de Mingo Molino (proyecto)


Florencio Maíllo Cascón, abril 2007.
EL PONTÓN




La idea en torno a la cual se elabora mi intervención Land-Art en el recorrido marcado, intenta aunar los conceptos desarrollados en las dos esculturas que he realizado en Mogarraz en los últimos años, y de ese modo cerrar una simbología que las asocie.

La primera, efectuada en el año 2000, “Homenaje a una saga de herreros, Francisco Maíllo Criado”, está localizada en una parcela que pertenece a Agustín Maíllo Cascón. Mi padre, Francisco Maíllo Criado, ha sido el último herrero de cuantos materializaron su quehacer en Mogarraz, y en un intento por perpetuar su espíritu, la escultura recoge los materiales férreos que le acompañaron en su fragua. Tras él se cierra una dedicación familiar que se pierde en la memoria de los tiempos. Y la segunda de 2006, titulada “Memorias de esta Tierra”, se alza en el Restaurante Mirasierra, regentado por Agustín Maíllo Cascón, y aborda el virulento proceso migratorio padecido por la comarca a partir de los años sesenta, al tiempo que su repercusión negativa en la conservación del medio ambiente tan particular de la misma. En ambas intervenciones los materiales han sido el hierro, el granito y el hormigón. El hierro forjado configura las herramientas usadas para el cultivo de la tierra. El granito aparece en dos de sus múltiples posibles aspectos. Por un lado las formas naturales autóctonas tan peculiares de la fisonomía no cultivada: las rocas magmáticas, afloraciones asociadas a la erosión del terreno, fundamentalmente al AGUA; y, por otro, las piedras de granito cortadas aprovechadas para la construcción de los bancales (los paredones). El hormigón se integra en las dos esculturas como elemento fosilizador, catalizador del paso del tiempo, sedimentación estratigráfica cultural.

En la instalación concebida y ubicada junto al río Milano cerca del puente del Pontón, nuevamente los tres elementos son empleados perfilando un onírico parque arqueológico del recuerdo:

el granito en estado natural representado mediante concentraciones magmáticas es acompañado por las piedras fragmentadas que han sido ordenadas en mampuestos. El AGUA lo ha conformado tal y como lo percibimos en la Sierra de Francia Central, a través de un proceso milenario de degradación.

el hierro da forma a las herramientas en desuso, que fueron utilizadas genéricamente para la labranza de este particular terreno, especialmente aquellas diseñadas para el corte y elaboración del granito con el fin de su aplicación en la construcción. Herramientas que son fosilizadas con hormigón entre las vetas de los granitos magmáticos simbolizando lo pretérito. Estas rocas magmáticas se superponen modulando el conjunto. El hormigón, a la vez que petrifica, da la estabilidad necesaria a los montajes de los tótem imaginarios. El hierro forjado también se encuentra asociado, por su particular tratamiento en la forja, con el AGUA.

la torre alzada con mampuestos simboliza las construcciones de los paredones que se despliegan a lo largo de las laderas de la Sierra de Francia, evitando así la erosión del suelo al controlar los fluidos de las violentas precipitaciones de las estaciones lluviosas. La parte superior del elevado baluarte recogerá el AGUA necesaria para las plantaciones en ella establecidas. Su altura es una alegoría a la imaginación y dedicación del serrano a su entorno natural, quien a lo largo de los siglos ha mantenido en pie las milenarias paredes de granito que tan peculiar fisonomía dan a estas laderas talladas. En definitiva, la pared como represa y control de la fluidez del AGUA, de ahí la disposición de la torre (o torres) cercana/s al río.

• Como en el caso de la escultura “Memorias de esta Tierra”, en esta ocasión se incorpora en la intervención una especie vegetal que representa al entorno labrado. El ciprés como árbol de la memoria nos acompaña a través del tiempo; localizado en los camposantos de los diferentes municipios de la Sierra de Francia, marca la ubicación de estos, espacios de la presencia asociada a los antepasados. También acoge al ciprés el Desierto de Las Batuecas con su perfil de árbol de demarcación. Allí, cada una de las ermitas que bordean tan emblemático lugar son delatadas, en el espeso bosque, por el contraste de la forma de esta singular especie arbórea. Es popularmente conocida la resistencia del ciprés ante la sequía, de ahí que sus raíces verticales busquen en las profundidades de la tierra su sustento. En este sentido, este árbol simbolizará en la instalación a las diferentes especies botánicas serranas, endurecidas por la climatología de la Sierra de Francia donde las lluvias se concentran en las estaciones de otoño y primavera, debiendo resistir año tras año los duros estíos. De nuevo el AGUA emerge como protagonista.



BOCETOS




boceto I



boceto II



boceto III



boceto IV



boceto V



boceto VI





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